10 enemigos de una estrategia sólida

La mayoría de las organizaciones invierten mucho esfuerzo en definir su plan estratégico. La mayoría de las veces la diferencia entre unas y otras la marca la ejecución. Algunos enemigos de la estrategia que conviene tener en cuenta:

  1. Incoherencia: acciones y decisiones contradictorias.
  2. Contexto: ausencia de una cultura organizativa adecuada.
  3. Impulso: liderazgo poco efectivo.
  4. Complejidad: planes demasiado complicados.
  5. Rigidez: incapacidad para adaptarse a los cambios.
  6. Ambigüedad: falta de una dirección clara.
  7. Conformismo: ausencia de compromiso.
  8. Inercia: aversión al cambio.
  9. Dispersión: no hay prioridades claras.
  10. Información: no se comunica de manera clara y efectiva.

¿Cómo está tu compañía/equipo en estos 10 puntos?.

¿Qué otros más consideras relevantes?.

El Poder de la Gestión Emocional en el Éxito Profesional

En un mundo laboral cada vez más competitivo y cambiante, la gestión emocional se ha convertido en una habilidad esencial para el éxito profesional. ¿Por qué es tan importante? Aquí te comparto algunas reflexiones:

1. Autogestión: La capacidad de reconocer y regular nuestras emociones nos permite mantener la calma en situaciones de presión, tomar decisiones más acertadas y mantener una actitud positiva incluso ante los desafíos más grandes.

2. Relaciones Interpersonales: La empatía y la comprensión de las emociones de los demás son claves para construir relaciones sólidas en el trabajo. La gestión emocional nos ayuda a comunicarnos de manera efectiva, resolver conflictos y fomentar un ambiente de trabajo positivo.

3. Resiliencia: En un entorno laboral en constante cambio, la resiliencia emocional nos permite recuperarnos rápidamente de los reveses, aprender de las experiencias negativas y seguir adelante con determinación.

4. Toma de Decisiones: Las emociones pueden influir en nuestras decisiones de manera significativa. Al practicar la gestión emocional, podemos tomar decisiones más objetivas y alineadas con nuestros objetivos profesionales.

5. Liderazgo: Los líderes emocionalmente inteligentes son capaces de inspirar a sus equipos, generar confianza y motivar a sus colaboradores. La gestión emocional es un atributo clave de un liderazgo efectivo.

¿Cómo podemos desarrollar la gestión emocional en el trabajo?

  • Practicar la autoconciencia emocional: Reconocer nuestras propias emociones y comprender cómo afectan nuestro comportamiento.
  • Fomentar la empatía: Escuchar activamente a nuestros colegas y comprender sus perspectivas y sentimientos.
  • Establecer límites saludables: Aprender a decir «no» cuando sea necesario para mantener el equilibrio emocional.
  • Buscar apoyo: No tengas miedo de buscar la ayuda de un mentor, coach o profesional de la salud mental si es necesario.
  • Cultivar el autocuidado: Una buena alimentación, ejercicio y tiempo para el descanso son esenciales para mantenernos emocionalmente fuertes.

En resumen, la gestión emocional no solo es una habilidad valiosa en el lugar de trabajo, sino que también contribuye a una vida profesional más satisfactoria y equilibrada.

Pero todo lo anterior, además ser consciente de ello, es necesario entrenarlo. En mi opinión, más que grandes teorías y recetas, pasar a la acción es la clave, el paso más difícil y lo realmente diferencial. Acciones claras, por pequeñas que sean, ya suponen movimiento en este sentido que llevarán a los siguientes pasos y a generar cambio y desarrollo en la gestión emocional.

¿Cómo practicas la gestión emocional en tu trabajo diario? ¡Comparte tus experiencias y consejos en los comentarios!

Gestión emocional del cambio

El cambio es un viaje de transición desde el final de algo (lo antiguo), hasta el comienzo de otra cosa (lo nuevo).

Muchas compañías están inmersas en procesos de cambio a través de numerosas iniciativas; cambios organizativos, cambios de modelo de negocio, cambio de formas de trabajar, cambios tecnológicos, digitalización, cambios en el mercado… Adicionalmente, algunas incluso están atravesando procesos de fusión, reestructuración o integración.

Por todo ello, cada vez es más relevante que las organizaciones desarrollen adecuadamente tres músculos; (1) cambio, (2) agilidad y adaptabilidad.

Escucho muchos directivos que se les llena la boca afirmando que “las personas” es un factor clave (quizá el más crítico) a tener en cuenta a la hora de transitar por el cambio, sin embargo, mi impresión es que en general (siempre con excepciones) este foco en las personas se centra en los aspectos más “obvios” descuidando frecuentemente lo “menos obvio”.

Me explico, de cara a afrontar el cambio, en el ámbito de las personas, los esfuerzos organizativos en muchas ocasiones están concentrados en gran medida en aspectos como desarrollar nuevas habilidades técnicas, definir y asentar la estructura organizativa, establecer nuevos objetivos y funciones, implantar nuevos procesos y procedimientos… es decir, en “lo obvio”,  y sin embargo, se pone menos foco en la gestión emocional del cambio… en lo “menos obvio”.   

El cerebro humano busca seguridad, y muchas veces estos cambios son percibidos como una amenaza, que provoca que se disparen las “alarmas” en las personas y equipos generando altos niveles de reactividad y haciendo que los procesos de cambio se alarguen y no generen los resultados deseados incluso perjudicando los resultados generales de la compañía / equipo.

Ese paso de lo antiguo a lo nuevo exige un acompañamiento emocional de los equipos y personas por parte de sus managers y directivos. No se trata de que éstos sean expertos en la materia, pero si es necesario que tengan habilidades básicas suficientes para acompañar a las personas y equipos (y a ellos mismos) a transitar de la manera más efectiva.

La propia organización debería de promover estas habilidades en sus directivos a sabiendas del impacto que la gestión emocional del cambio tiene en los resultados. Algunos estudios indican que el estado emocional de las personas puede tener un impacto enorme (correlaciones > 0,8) en los resultados. Pocas veces he visto un plan ambicioso y bien definido de intervenciones para influir en “lo menos obvio”, como parte de la gestión del cambio. Para ello, existen modelos como SCARF y el modelo de transición Bridges que ayudan a transitar de lo antiguo a lo nuevo. Sin embargo, muchas veces parece que “lo obvio” está razonablemente bien armado y para lo menos obvio “cada maestrillo tiene su librillo” y no hay dirección corporativa, foco, ni recursos, cuando es una de las claves del éxito en los tan frecuentes procesos de transformación.

Autoconocimiento: la clave para un liderazgo efectivo

Ya en el siglo VII a.c., en el Oráculo de Delfos, en el Templo de Apolo, antes de plantear cualquier consulta a los Dioses, se obligaba al viajero a investigar su propia esencia. Este, y no otro, debía ser el punto de partida para comprender el Mundo.

“Conócete a ti mismo”. Esta eran era la frase que aparecían inscrita, casi a modo de advertencia, en el pronaos del templo de Apolo en Delfos.

Han pasado casi 30 siglos y sigue siendo práctica habitual actuar sin reflexionar, culpabilizar a otros de nuestros fracasos y evitar confrontar con la dura tarea de sentarse con “uno mismo”.

El autoconocimiento, es la esencia de la madurez humana y esta madurez, a su vez, la esencia del liderazgo efectivo. No es posible el liderazgo sin autoliderazgo y este  último, tampoco es posible sin autoconocimiento. Esta es nuestra mayor responsabilidad, la tarea a la que deberíamos de dedicar tiempo y esfuerzo. Las personas nos vamos revelando en el día a día, el autoconocimiento es una tarea cotidiana, pero que exige de intención.

Según Travis Bradberry y Jean Greaves, autores de Inteligencia Emocional 2.0, el 83 % de las personas con un alto nivel de autoconciencia tienen un alto rendimiento, mientras que solo el 2% de las personas con peor rendimiento muestran este rasgo.

Esa es una estadística que llamaría la atención de cualquiera. Después de todo, ¿quién no querría experimentar la autorrealización, una mayor productividad y mayores capacidades de liderazgo?.

Lo que diferencia a los líderes efectivos del resto, es su disposición a conocerse a sí mismos y a los demás.

Las personas con un alto nivel de autoconciencia entienden lo que las motiva y cómo responder de manera efectiva. Tienen más dirección, propósito, influencia y éxito en su vida profesional y personal.

Uno de los principales rasgos asociados a los líderes más conscientes es la humildad entendida como es una comprensión correcta de uno mismo, y esa comprensión correcta conduce a una mejor comprensión de los demás, porque una vez que nos conocemos y queremos a nosotros mismos, aprendemos mejor a apreciar a los demás también.

La «humildad intelectual», que es «saber que no lo sabes todo, primero sobre ti mismo, segundo sobre los demás y, luego, sobre el mundo», es otro rasgo que los líderes conscientes de sí mismos deben esforzarse por desarrollar . Aunque practicar la humildad en el lugar de trabajo requiere cierta vulnerabilidad, lo que puede provocar ansiedad, ayuda a crear un entorno en el que todos se sientan cómodos reconociendo sus defectos y pidiendo ayuda. Solo desde la humildad se abre la puerta del aprendizaje y el crecimiento.

Además de ser humildes, los líderes conscientes de sí mismos buscan constantemente mejorar. Reconocen sus propias fortalezas, debilidades y sesgos ocultos, asumen su responsabilidad y solicitan constantemente feedback para mejorar, ya sea solicitando 360º de los miembros del equipo de manera regular o invirtiendo en un programa de desarrollo continuo, los líderes más conscientes reconocen el valor del aprendizaje y el crecimiento continuos. 

Para concluir, el autoconocimiento es un rasgo esencial de los líderes efectivos tal y como demuestran de manera empírica modelos como The Leadership Circle. Al conocer sus valores, personalidad, necesidades, hábitos y emociones, y cómo afectan sus acciones y las acciones de los demás, podrá manejar mejor su estrés, tomar mejores decisiones y, en última instancia, llevar a otros a hacer lo mismo. Por ello, cualquier iniciativa o intervención para el desarrollo de un liderazgo efectivo, debe comenzar por el autoconocimiento y mantener este foco durante todo el proceso.

Sesgos cognitivos & toma de decisiones

A diario tomamos decisiones en base a pensamientos, creencias o percepciones de las que no somos del todo conscientes. De estas decisiones, se derivan acciones que tienen impacto en nuestras «relaciones» y en el funcionamiento de nuestros equipos.

La neurociencia cognitiva, que es la disciplina que conecta el comportamiento de las personas con las reacciones producidas en el cerebro, es capaz de analizar los mecanismos cerebrales que subyacen a la toma no consciente de decisiones.

Pues bien, desde mi primer contacto con la neurociencia, me ha resultado muy revelador entender los «sesgos cognitivos», algo aparentemente obvio, pero que a muchas veces pasa desapercibido.

Este es el primero de una serie de posts dedicados a comentar los principales sesgos cognitivos y su impacto en la toma de decisiones de líderes y equipos.

Entendemos por sesgo cognitivo como una desviación, “un atajo”, que se produce en nuestro proceso de pensamiento y que a menudo nos lleva a hacer juicios incorrectos que pueden conducir a una mala toma de decisiones. Pero, ¿por qué se producen los sesgos cognitivos ?. Porque nuestro cerebro tiene limitaciones en su capacidad de procesamiento ya que no funciona como un algoritmo.

Los sesgos cognitivos surgen como un efecto evolutivo para conseguir una respuesta de forma inmediata filtrando la información disponible de forma subjetiva. Esta inmediatez nos puede llevar tomar decisiones más rápidas, pero también nos genera pensamientos que en muchos casos son erróneos.

Todos tenemos sesgos cognitivos, es decir, «impulsores no conscientes» que influyen en la forma de percibir las cosas y de tomar decisiones tanto en el entorno laboral, como en la vida privada.

Y es que gran parte de la memoria que utilizamos es implícita, es decir, accedemos a ella «sin pensar» y está sujeta a información de la que no somos del todo conscientes.

Es importante que los líderes de equipos sean conscientes de la existencia de estos sesgos y de su impacto en la efectividad de las decisiones. Vamos a ir viendo en este y siguientes posts, algunos de los sesgos más importantes y sus posibles implicaciones.

Comencemos con un clásico, el «sesgo de confirmación».

El sesgo de confirmación es la tendencia a buscar y valorar información que confirme nuestras creencias previas, a la vez que se descarta la información que demuestra que nuestras ideas son erróneas.

¿Y que implicaciones puede tener en nuestros equipos?

El sesgo de confirmación puede hacer que las personas sean menos propensas a interactuar con información que desafía sus puntos de vista, lo que puede llevarnos a limitar otras opciones, tomar malas decisiones y también puede afectar negativamente las relaciones de los miembros del equipo.

Generalmente, preferimos a las personas que son similares a nosotros porque nos hace sentir cómodos. Las personas como nosotros tienden a tener puntos de vista similares a los nuestros. Pero esto, frecuentemente frena al equipo, ya que se ha demostrado que el mismo tipo de pensamiento que conduce a una «toma de decisiones limitada» puede tener un impacto negativo en la capacidad de innovar y lograr los resultados deseados y esto afecta negativamente a los resultados del equipo.

Como podemos ver, un solo sesgo puede tener importantes implicaciones en el desarrollo del equipo y su proceso de «toma de decisiones». Dentro del rol del líder está “poner encima de la mesa”, trabajar y retar ese «efecto inconsciente» que podría estar limitando los resultados del equipo.

Gestión de conflictos como ventaja competitiva

Los conflictos entendidos como “diferentes puntos de vista sobre una misma realidad”, nos acompañan durante toda nuestra vida, en la familia, en nuestro círculo de amistades, en nuestras comunidades…

También en nuestro día a día laboral se generan continuamente conflictos y estos estarán presentes en la medida que la organización existe, por lo tanto, debemos aprender a “aprender” de las situaciones conflictivas y por sobre todo a gestionarlos eficientemente.

Desde mi punto de vista, lo primero que hay que hacer con el conflicto, entendido como diversidad de puntos de vista, es “legitimarlo”. Es inherente a la vida, al ser humano y por supuesto al mundo laboral.

El líder efectivo, lejos de evitar el conflicto y las conversaciones difíciles, lo que busca es aflorarlos y poner encima de la mesa lo “no discutible”. Esto es crítico. Muchos equipos, muchos comités de dirección tienen debajo de la mesa muchos temas que manejan el tablero y que sin embargo no afloran, no se tratan, no se resuelven, no se disuelven, no sirven para conseguir una mejor posición para la compañía, incluso llegan a paralizar y a contaminar la toma adecuada de decisiones. ¿Te ha sucedido?.

Para conseguir aprender a “aprender” del conflicto, tiene que prevalecer una cultura con suficiente seguridad psicológica como para que el conflicto aflore de manera natural, como parte inherente al trabajo, como una herramienta de mejora continua.

El siguiente reto para el líder, una vez normalizado el conflicto, es que esta situación, lejos de suponer una parálisis, se gestione y lleve al equipo a tomar decisiones más efectivas que si ese conflicto no se hubiera producido.

Muchas veces el conflicto mal gestionado lleva asociado emociones muy negativas que merma la productividad de los equipos y sobre todo la toma de decisiones adecuadas o a la parálisis.

Te propongo 10 puntos a tener en cuenta para gestionar los conflictos de manera que permita avanzar en una mejor toma de decisiones en equipos y organizaciones.

1.     Legitima el conflicto.

Como he comentado, el conflicto es inherente al ser humano, existe y hay que “normalizarlo” para poder buscar una mejor posición para el equipo. Acepta el conflicto. Recuerda que el conflicto es natural y ocurre en todas las relaciones en curso. Esto quitará tensión innecesaria y otra serie de emociones negativas y ayudará a que los miembros de los equipos confronten en la búsqueda sana de mejores decisiones.

2.     Aclara cual es la fuente del conflicto.

Definir la causa del conflicto permitirá comprender cómo surgió, tener claro cual es el desacuerdo, que necesidades no se están satisfaciendo en las diferentes posiciones.

Muchas veces los conflictos se producen entre distintos departamentos que tienen una forma distinta de abordar la solución del conflicto. A veces puede suceder por diferencias culturales o de valores.

Entender este punto es clave para avanzar hacia la mejor solución, para saber exactamente dónde estamos.

3.     Mantén la calma.

A veces el conflicto lleva a una escalada de emociones negativas que acaba afectando a las personas que están involucradas en el mismo. La mayoría de nosotros dejamos de escuchar para “entender” y en su lugar, empezamos a escuchar para discutir. Es esencial mantener la calma para gestionar bien un conflicto y ayuda el hecho de adoptar una perspectiva global y temporal.

4.     Escucha, escucha, escucha.

Escucha activamente, si es necesario en un lugar seguro y privado, que cada parte tenga la oportunidad de ventilar sus puntos de vista y percepciones sobre el tema en cuestión con un enfoque positivo y asertivo. A veces los conflictos no se resuelven, simplemente se “disuelven” a través de una escucha activa y de calidad, sin interrupciones y a ser posible, poniéndote en el lugar del otro. Hazte la pregunta, ¿qué haría yo si estuviera en su misma situación?.

5.     Expón tus argumentos con delicadeza.

La sinceridad nunca está reñida con el respeto. Es muy probable que algunas de tus opiniones y argumentos puedan ser dolorosas para tu interlocutor, así que es tu responsabilidad exponerlas de la forma más adecuada. Se puede ser firme en la posición y delicado en las formas.

6.     Separa a la persona del problema.

Es posible que sientas emociones negativas hacia tu interlocutor: rabia, desesperación… Sin embargo, a la hora de discutir vuestras diferencias, recuerda despersonalizar todos tus comentarios, pues hacer del problema algo personal no hará más que escalar el conflicto. Básate en “hechos” más que en “juicios” para argumentar tu posición y pon foco en el balón, no en el “jugador”. No es lo mismo decir “hoy has llegado 30 minutos tarde” (es un hecho), que “eres un impuntual” (en este caso es un juicio que ataca la identidad de la persona).

7.     Haz las preguntas correctas.

El arte de preguntar es algo que se entrena. Un “¿por qué?” en el momento correcto abre las puertas a información más profunda o, simplemente, buena. Aprovecha las pausas para preguntar acerca de los sentimientos y pensamientos de la otra persona.

8.     Explora alternativas y se creativo en las soluciones.

Ayuda mucho que estas soluciones y alternativas se trabajen conjuntamente entre las diferentes partes implicadas.

Ojo con la toma de decisiones, en muchas ocasiones se suele sesgar hacia el “todos cedemos” en lugar de hacia la “ganancia colectiva”. Este es un sesgo que se debe eliminar, así que pon toda tu creatividad en encontrar el mejor acuerdo para el “objetivo común”, que no necesariamente tiene que ser “ceder todos”. Esto es lo que nos permitirá conseguir la “mejor solución”. En el caso de que sea un equipo, será muy importante tener definido ese “objetivo común”.

9.     Pon foco en el futuro.

Si el conflicto lleva tiempo fraguándose sin abordarlo, es muy posible que haya eventos que pugnen por salir a la luz: ofensas, malos actos, equivocaciones. Aun así, no dejes que estos momentos sean nada más allá que ejemplos que sirvan para encaminar las soluciones hacia el futuro.

10.   Entrena

Dedica tiempo del equipo a analizar conscientemente la gestión de vuestros conflictos y valorad cómo habéis aplicado los puntos anteriores aportando feedback honesto y de calidad.

Para acabar, es crítico que los líderes generen el contexto adecuado para que equipos e individuos entrenen el “músculo” de la gestión de conflictos que les permita tomar decisiones más agiles y efectivas. Es necesario invertir tiempo de calidad para aprender y desarrollar esta habilidad y hacer de ella una ventaja competitiva.

La teoría está muy bien incluso hay empresas que están implantado su propia metodología para la “gestión de conflictos”, pero la clave está en entrenar y aprender de ello. ¡Ánimo!.

Las señales del cambio

La RAE define “señal” como “signo, manifestación o marca que provee la información necesaria para identificar un objeto, lugar o situación y su estado”.
Los procesos de transformación por los que navegan empresas y equipos, están permanentemente ofreciéndonos señales que nos sirven para identificar su estado.
Observando y evaluando con valentía y sinceridad dichas señales podremos mirar estos procesos “cara a cara” y tomar conciencia de la situación real, hacer un diagnóstico acertado y plantear soluciones adecuadas. Si nos hacemos “trampas al solitario”, miraremos la realidad como queremos (u otros quieren) que sea, no como es y por lo tanto, difícilmente podremos hacer los ajustes de rumbo necesarios para llegar a buen puerto.
La primera medida para poder trazar un rumbo correcto, es saber dónde estamos. Solo desde ahí, se puede estimar el rumbo adecuado.
Pues bien, aquí dejo algunas preguntas que te sirvan como reflexión sobre las SEÑALES DEL CAMBIO, especialmente a aquellos que estáis liderando y participando en estos procesos en equipos y organizaciones.

¿Los retos asociados al cambio han sido suficientemente compartidos, explicados… y los miembros de la organización pueden visualizar su rol en los mismos, los asumen y se alinean para conseguirlos?.

¿Los cambios están definidos en proyectos y/o actuaciones concretas?… ¿o son sólo “slogans biensonantes” que no se aterrizan en medidas concretas?.

¿Hay un compromiso por el cambio, y por lo tanto una declaración de ese compromiso?.

¿Los miembros de la organización / equipo declaran y verbalizan su compromiso?.

¿Las personas de la organización entienden el “para qué” del cambio?, ¿por qué vamos a
andar este camino?, ¿por qué nos hará mejores como organización / equipo?.

¿Hay consistencia entre lo “que se DICE“ y lo “que se HACE”? Para mi este es el mayor stopper ya que destruye la “confianza” (una sola palabra con tantas implicaciones…) en los procesos de cambio.

¿El propio sistema (empresa/equipo), ha alcanzado un nivel de madurez cuya dinámica permite, de forma natural, identificar y reconducir (o expulsar) a aquellos elementos tóxicos para el cambio?.

¿Cuáles son las emociones y estados de ánimo con los que los empleados viven el cambio en la organización?, se pueden asociar a palabras como desidia, pereza, miedo, incredulidad… o por el contrario, orgullo, inspiración, curiosidad, crecimiento, oportunidad, compromiso… en mi opinión, esto se respira fácilmente en el ambiente de una organización, en las reuniones, en las conversaciones en la máquina de café…. y ojo… ¡¡ es tremendamente contagioso !!.

¿Se han generado espacios adecuados (no me refiero a los físicos) para salir del día a día, para hacer las cosas distintas (gimnasia del cambio), para aprender de los errores?.

Y por último, ¿los retos asociados al cambio se reconocen y se celebran?…

Estoy convencido que merece la pena responder de manera sincera y valiente a estas preguntas para impulsar con las “cartas sobre la mesa” nuestros proyectos de transformación.

Autenticidad y liderazgo

El ‘kintsugi’ es una técnica centenaria de Japón que consiste en reparar las piezas de cerámica rotas.
En lugar de disimular las líneas de rotura, las piezas tratadas con esta técnica exhiben las heridas de su pasado, con lo que adquieren una nueva vida. Se vuelven únicas y, por lo tanto, ganan en belleza.
¿Cómo se relaciona esto con el liderazgo? A mi me conecta con la AUTENTICIDAD, como una competencia fundamental para desarrollar un liderazgo efectivo.
La autenticidad es un valor que hace referencia a la persona que dice la verdad, acepta la responsabilidad de sus sentimientos y conductas, es sincera y coherente consigo misma y con los demás.
Liderar desde la AUTENTICIDAD, nos permite conectar con otras personas, crear relaciones más intensas, sentirnos más humanos, promover la mejor versión de las personas y equipos. Sin conexión, no hay liderazgo posible.
Somos mamíferos y nuestro celebro límbico tiene una habilidad especial para conectar cuando alguien fluye y se percibe como auténtico, natural y también para todo lo contrario cuando intuimos que alguien está forzado, adulterado con mascara.…
Nuestros dolores, cicatrices y grietas las podemos esconder por factores como la vergüenza o miedo. Pero … también podemos honrar nuestra historia, de donde venimos, de ese dolor aprender de los problemas, recomponerse y salir adelante, liderando desde la AUTENTICIDAD.
La filosofía vinculada al «kintsugi»; se puede extrapolar a nuestra vida actual, colmada de
necesidades de «perfección»;. A lo largo del tiempo conocemos fracasos, desengaños y
pérdidas. Con todo, muchas veces aspiramos a esconder nuestra naturaleza frágil, esa
que nos hace más humanos y auténticos, bajo la máscara de la infalibilidad y éxito.

¡Que viene el CEO!

Escuché esto hace unos días en una reunión de amigos y pedí permiso para comentarlo en un post ya que me parece muy interesante.

Se quejaba esta persona, directivo en España de una empresa multinacional, de que llevaban 5 semanas preparando “intensamente” la presentación para la visita de su CEO.

La empresa en cuestión opera en un sector moderno e innovador, y hasta donde yo conozco, es un referente en su sector.

Pues bien, esta persona comentaba, que su jefe, el Country Head de España, llevaba 5 semanas con toda su primera línea (esta persona incluida), absolutamente volcados en la presentación.

Y claro, me surgían muchas preguntas:

¿Es consciente el CEO que la organización en España está paralizada por su visita?

¿Qué hay que contarle al CEO que “cueste” 5 semanas de preparación? Lo que hacen, lo que van a hacer, los retos… ¿Tanto tiene que elaborar ese discurso su Senior Management en España?

¿Qué impacto tiene en la primera línea (y siguientes niveles) de la organización en España esta inversión (¿?) de tiempo? ¿Qué implicaciones tiene en la cultura local de la compañía estos comportamientos?

Y mientras iba narrando el relato esta persona con tono quejicoso, yo no podía evitar pensar en el concepto de “seguridad psicológica” que ya comentamos en el post anterior y que empresas como Google han señalado como el “principal factor de éxito” de los equipos.

En el contexto de complejidad y cambio que nos movemos, los líderes tienen una gran responsabilidad en generar este contexto de “seguridad psicológica” que permita al equipo aprender más rápido, adaptarse con mayor rapidez, aumentar significativamente el trabajo colaborativo, la creatividad y los niveles de compromiso y bienestar de sus miembros.

¿Tiene el Country Head la confianza de contar las cosas al CEO tal y como son? Si la respuesta es un si, ¿hace falta 5 semanas de exhaustiva preparación? ¿Quizá piensa que el CEO solo quiere escuchar buenas noticias? ¿Qué tipo de cultura de empresa promueve estos comportamientos?.

Necesitamos aprender rápido, y quizá esta es la mayor ventaja competitiva, quizá la única, de algunas empresas y para ello hay que hablar claro, sin retórica ni discursos muy elaborados.

 

 

La “Seguridad psicológica” como principal factor de éxito en los equipos

Algunas empresas como Google (proyecto Aristóteles) han afirmado con rotundidad que la “seguridad psicológica” es, con diferencia, el principal factor para que sus equipos de mayor desempeño sean altamente exitosos y efectivos.

Entendemos por seguridad psicológica, como aquella “creencia compartida” entre los miembros de un equipo de que la toma de riesgos interpersonales es segura, que las ideas, preguntas, preocupaciones o errores serán bienvenidos y valorados.

En un equipo con alta seguridad psicológica, podemos afirmar que los compañeros se sienten seguros para correr riesgos con el resto de los miembros, se sienten confiados de que nadie en el equipo avergonzará o castigará a nadie por admitir un error, hacer una pregunta u ofrecer una nueva idea.

La seguridad psicológica no se trata de ser simpático o de crear un ambiente agradable, sino que tiene que ver con prácticas concretas, con comportamientos como:

  • Estar abierto a nuevas ideas
  • Agradecer las aportaciones de cada persona
  • Admitir los errores de manera explícita
  • Dar y pedir feedback para la mejora continua

En el contexto de complejidad y cambio que nos movemos, los líderes tienen una gran responsabilidad en generar este contexto de “seguridad psicológica” que permita al equipo aprender más rápido, adaptarse con mayor rapidez, aumentar significativamente el trabajo colaborativo, la creatividad  y los niveles de compromiso y bienestar de sus miembros.

Sin embargo, cuando los niveles de “seguridad psicológica” son bajos nuestro cerebro comienza a reaccionar. Nadie quiere parecer….

  • IGNORANTE: entonces tu cerebro te dirá “NO hagas preguntas”
  • INCOMPETENTE: entonces tu cerebro te dirá “NO admitas debilidad o error”
  • NEGATIVO: entonces tu cerebro te dirá “NO cuestiones el status quo”
  • ENTROMETIDO: entonces tu cerebro te dirá “NO des ideas”

En general, cuando nos sentimos psicológicamente inseguros en el trabajo, nuestro cerebro reacciona de esa forma, lo cual nos pone en modo de lucha o huida, lo que significa que no somos capaces de utilizar toda nuestra capacidad mental para lograr la máxima concentración, productividad o creatividad.

¿Cómo puedo como líder contribuir a desarrollar la “seguridad psicológica” en equipos e individuos?. Aquí te dejo algunos consejos que pueden ayudarte:

1) Evalúa con honestidad el nivel de seguridad psicológica de tus equipos y colaboradores. Es más complicado avanzar si no sabes realmente donde estás.

2) Reconoce tus fallos. Esto permitirá mostrarte más humilde y vulnerable y dará lugar a que los miembros del equipo hagan lo mismo.

3) Pide feedback honesto. Esto generará las bases para que se genere una cultura de mejora continua que disminuya la “incomodidad” del feedback.

4) Replantea los fracasos y trata de enfocarlos como una forma de aprender.

5) Promueve la participación y fomenta la “voz del equipo”. Activa las voces de los que están en silencio.

6) Crea unas reglas del juego del equipo (para qué nos damos permiso y para que no)

7) Define bien y comunica los roles y lo que se espera de los integrantes del equipo.

8) Reconoce las contribuciones de los miembros del equipo.

9) Plantea el trabajo como una oportunidad de aprendizaje. Al fomentar que los miembros del equipo asuman el rol de aprendiz, estamos fomentando la interdependencia y la colaboración ya que información es más propensa a compartirse, permitiendo tomar decisiones rápidas y adecuadas en el momento oportuno.